29 de junio de 2011

El cumpleaños del corredor de fondo

Encontré tu cuerpo desnudo, tirado en los matorrales. Había salido a correr, y subí por el camino de la rambla hasta más allá de los últimos chalés, donde solo hay monte y la pista de tierra que lleva a las antenas. Estabas muerta. Que yo te hable ahora no cambia eso.
Faltaba un día para mi cumpleaños, vaya ironía.
La casa más cercana se encontraba a cerca de dos kilómetros de tu cuerpo. Eran las siete y media de la mañana. Pensé en el lío que se iba a armar cuando llegara la policía, así que me arrodillé a tu lado.
No había sangre, ni heridas, ni marcas de golpes, solo restos de plantas adheridos a tu piel, todavía húmeda por el rocío. Parecías una enorme roca pulida, una fría y hermosa roca brillante en la que posarse las águilas.
Empecé a cantar una canción que un día tú me cantaste. Hand in glove The sun shines out of our behinds No, it's not like any other love This one is different because it's us.
Te limpiaba la broza del pelo, trozos de hojas secas, hebras de tallos, pequeñas piedrecitas clavadas en tu piel, un absurdo tapón de Font Vella, que más tarde descubrí en mi mano. Habías perdido tus gafas color remolacha. Tu expresión plácida y pensativa obviaba la muerte. And if the people stare Then people stare. Yo no podía dejar de mirarte.
So, hand in glove I stake my claim I'll fight to the last breath If they dare touch a hair on your head I'll fight to the last breath.
La realidad bárbara había suprimido para siempre el significado de la canción. Ya no decía nada que yo pudiera decirte.
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